Las drogas son agentes
naturales o químicos que afectan las funciones y la estructura del cuerpo de
los seres vivientes. Cambian la manera de actuar, pensar o sentir de quienes
las consumen.
La drogadicción es en realidad un fenómeno muy antiguo que en nuestros días se
ha manifestado intensa y masivamente. Se observa en todas las edades y en todos
los grupos socioeconómicos; pero, según hemos visto el abuso de los fármacos
perjudica enormemente la economía y la salud de los adictos, orillándolos a
cometer delitos por la necesidad de obtener la sustancia a la que es adicto, ya
sea robando o vendiendo la droga o induciendo a otros que no la han probado.
Delito consistente en facilitar o promocionar el consumo ilícito ajeno de
determinadas sustancias estupefacientes y adictivas que atentan contra la salud
pública con fines lucrativos, aunque esta definición puede variar según las
distintas legislaciones penales de cada Estado.
Con el nombre de droga se designa en sentido genérico a toda sustancia mineral,
vegetal o animal que se utiliza en la industria o en la medicina y que posee
efectos estimulantes, depresores o narcóticos o, como establece la Organización
Mundial de la Salud (OMS), a cualquier sustancia que, introducida en un
organismo vivo, puede modificar una o varias de sus funciones. A efectos
penales, el concepto de droga (a pesar de las diferentes formas de actuación en
el organismo) engloba también las sustancias estupefacientes y psicotrópicas,
naturales o sintéticas, cuyo consumo reiterado provoca la dependencia física u
orgánica, así como el deseo irrefrenable de seguir consumiéndolas en mayores
dosis a fin de evitar el síndrome de abstinencia.
En los programas de tratamiento se utilizan varios métodos para ayudar al paciente a encarar las ansias por la droga y, tal vez, a evitar una recaída. La investigación muestra que la adicción es tratable. El tratamiento que se ajusta a las necesidades individuales permite al paciente aprender a controlar su condición y vivir una vida relativamente normal.
El tratamiento puede tener un efecto profundo no solo sobre las personas que abusan de las drogas, sino también sobre toda la sociedad, al mejorar significativamente el funcionamiento social y sicológico, disminuir la delincuencia y la violencia relacionadas con las drogas. También puede aminorar espectacular mente los costos del abuso de droga para la sociedad.
Las fases básicas del tratamiento.- El tratamiento se puede resumir en términos de un proceso dinámico secuencial o como un programa sistemático de tres fases relacionadas:
Aceptar la impotencia de
las drogas.-
La primera meta del tratamiento, una vez pasada la desintoxicación y el proceso de evaluación diagnóstica, es ayudar al paciente a admitir y aceptar que es impotente ante las drogas que alteran el estado de ánimo. En esta fase se le ayuda a aceptar el hecho que su vida se ha vuelto incontrolable (ingobernable) a causa de la adicción.
Reconocer la necesidad de
cambio.- La segunda meta del tratamiento es ayudar al paciente a reconocer que es crucial para su sobrevivencia cambiar su conducta. En este momento crítico, el equipo profesional necesita transmitir al paciente la convicción de que el tiene la capacidad para hacer cambios. Otro aspecto importante es ayudar al paciente a ver y entender que la estructura del programa, la rutina básica para llevarlo a cabo, es el vehículo para posteriormente lograr los cambios. El período de internamiento es de tratamiento, la recuperación se logrará después, poniendo en práctica lo que se aprendió en el programa. Se introduce al paciente al grupo de autoayuda (Narcóticos Anónimos [NA]) como una herramienta esencial para poder realizar el trabajo de su recuperación.
Planear para actuar.-
La tercera meta del tratamiento es ayudar al paciente a actuar, tomar decisiones y cambiar las conductas que necesitan ser cambiadas. La meta es apoyar al paciente a empezar a visualizar que podrá y necesitará realizar cambios en su estilo de vida.
Dejar el hábito de la droga sin ayuda externa puede resultar peligroso (debido
a los síntomas de abandono) y difícil (debido a la necesidad psicológica).
Puede obtenerse ayuda y/o información a través de muchas agencias, dependencias
y personas privadas y públicas. Por ejemplo:
Centros
y clínicas de tratamiento de drogadicción, que se especializan en tratar a
personas con problemas de drogas.
Hospitales
que tratan a pacientes internados o externos.
Centros
de salud mental y de orientación, que pueden tratar a personas con
problemas de drogas analizando los problemas subyacentes.
Agencias
de salud pública y de servicio social, pueden proporcionar consejos
prácticos, derivar profesionales, etc.
Residencias
intermedias, que brindan tratamientos en residencias para personas con
problemas de Drogas.
Centros
de desintoxicación, que se ocupan específicamente de los problemas de
alcoholismo y otros relacionados a éste.
Juntos podemos vencer la drogadicción
Todos los
anteriores nos ofrecen diversos programas de tratamientos. Cada persona, de
acuerdo a su caso, puede recibir uno o más clases de tratamiento, incluyendo:
Supervisión
médica, para ayudar con los síntomas de abandono de la droga (como vómito,
temblores, calambres, depresión severa, etc.)
Mantenimiento
de la metadona, para los adictos a la heroína. Ésta bloquea la necesidad
física de la heroína y deja que la persona vuelva a tener un estilo de
vida más normal.
Orientación,
psicoterápia, grupos de encuentro, etc. brindan un apoyo moral y
contribuyen a tratar las causas de abuso de drogas.
Rehabilitación,
incluyendo orientación vocacional puede ayudar a la persona a retomar una
vida comunitaria más productiva.
Empleo
de drogas, para eliminar los efectos de los narcóticos.
Comunidades
terapéuticas, ayudan las personas que abusan de las drogas a mantenerse
alejados de ellas y superar los problemas.
El consumo de drogas, legales e ilegales, constituye un problema de salud pública muy importante. Los riesgos y daños asociados al consumo varían para cada sustancia. Además, es necesario tener en cuenta las variables personales como el grado de conocimiento o experiencia del usuario, su motivación, etc. y las propiedades específicas de cada droga así como la influencia de los elementos adulterantes.
Estas consecuencias son muy diversas y pueden subdividirse en:
Sociales.-
Los adictos a drogas, con frecuencia se ven envueltos en agresiones, desorden público, conflictos raciales, marginación.
Cuando se comienza a necesitar más a las drogas que a las otras personas pueden arruinarse o destruirse las relaciones íntimas y perderse las amistades. Se puede dejar de participar en el mundo, abandonar metas y planes, dejar de crecer como persona, no intentar resolver constructivamente los problemas y recurrir a más drogas como "solución".
El abuso de las drogas puede también perjudicar a otros, por ejemplo: el dinero con que son pagadas las drogas puede privar a la familia de satisfacciones vitales como comida o ropa. El discutir los problemas y situaciones de la adicción puede generar conflictos familiares. Las reacciones violentas a las drogas pueden llevar al usuario a cometer asaltos e incluso asesinatos. Si una mujer embarazada toma drogas sin control médico puede ocasionar malformaciones genéticas en el nuevo ser que está en gestión.
Legales.-
Abusar de las drogas es contra la ley. Los ofensores (tanto los que experimentan como los que se dedican al consumo de drogas) corren el riesgo de tener que pagar multas y/o ser encarcelados. Un arresto puede significar vergüenza, interrupción de los planes de vida, antecedentes penales. Ciertas drogas pueden desencadenar una violencia incontrolable y conducir al usuario a crímenes que son severamente punibles por la ley.
Económicas.-
Venden sus pertenecías, roban, a cambio de satisfacer sus vicios
Dado el ingente volumen de dinero que mueve el mercado de las drogas y el narcotráfico, tanto los consumidores como los países contraen importantes deudas; se crean bandas organizadas; se produce desestabilización económica nacional, etc. El uso continuo de drogas puede ser muy caro, ya que sus costos se elevan a cientos y, en ocasiones, a miles de dólares por año. Para sostener su hábito muchos usuarios recurren al crimen.
Tradicionalmente usados para combatir la fatiga, el hambre y el desánimo, los estimulantes provocan una mayor resistencia física transitoria gracias a la activación directa del sistema nervioso central.
Estimulantes vegetales.-
El café, el té, el mate, la cola, el cacao, el betel y la coca son plantas que crecen en muchas partes del mundo. A pesar de que algunas de estas plantas suelen consumirse repetidas veces al día durante buena parte de la vida, son sustancias tóxicas que poseen efectos secundarios.
Los efectos de la intoxicación crónica se pueden observar en los catadores de té. Tanto los catadores británicos como los hindúes padecen cirrosis, agitación, angustia, temblores, insomnio, náuseas y vómito. El cacao era consumido por los aztecas debido a su contenido de cafeína y de teobromina. Sin embargo, los chocolates actuales no suelen contener estos alcaloides.
El consumo abusivo de café puede causar hipertensión y gastritis, sin contar con que también contiene alquitranes cancerígenos. Aunque los estimulantes vegetales son considerados inocuos, conviene moderar su consumo ya que se trata de sustancias tóxicas susceptibles de producir efectos secundarios nocivos.
Coca.-
La coca, hoja del arbusto indígena americano «Erythroxylon coca», pertenece al grupo de los estimulantes. Su consumo es ancestral en ciertas partes de Latinoamérica, donde es una práctica habitual mascar las hojas, siendo una gran mayoría de los consumidores de las zonas donde se cultiva. Su efecto sobre el sistema nervioso central es menor que los de la cocaína, dado que para extraer un gramo de esta sustancia se necesitan 160 hojas de coca. La coca es consumida mascándola con algún polvo alcalino como cenizas de vegetales o cal. También es fumada tanto sola como mezclada con tabaco y marihuana. La masticación de coca fue objeto de estudio por determinados facultativos, como CHOPRA (1958), comprobando síntomas de abstinencia, depresión, fatiga, toxicidad y alucinaciones, seguidos por NEGRETE (1967), BRUCK (1968) quienes recogían lesiones cerebrales también en masticadores que la consumían frecuentemente.
Estimulantes químicos.-
La cocaína.-
En los casos de intoxicación aguda, sus efectos, que consisten en la hiperestimulación, el aumento de la presión sanguínea y la aceleración del ritmo cardíaco, seguidos de una subestimulación, con parálisis muscular y dificultades respiratorias, puede terminar en un colapso cardiocirculatorio.
La pasta base de la coca mezclada con bicarbonato sódico es conocida con el nombre de crack, que es mucho más tóxico que el clorhidrato de cocaína. Aunque no se dispone todavía de estudios sobre su uso, efectos secundarios y contraindicaciones, se sabe que existen numerosas víctimas mortales por sobredosis de esta sustancia. La cocaína es un alcaloide contenido en las hojas del arbusto «Erythroxylon coca» siendo químicamente un derivado de la latropina.
Es un estimulante cerebral extremadamente potente, de efectos similares a las anfetaminas. Además, es un enérgico vasoconstrictor y anestésico local, siendo absorbido por las mucosas nasales cuando se la aspira, se metaboliza en el hígado y se elimina por la orina. Fue usada inicialmente para el tratamiento de trastornos respiratorios y depresivos. Por su efecto analgésico, se usó en intervenciones quirúrgicas. Posteriormente se empleó con fines militares por su efecto vigorizante y el componente de agresividad que otorga. A comienzos del Siglo XX comienza a consumirse por aspiración nasal. En esta época, eran prácticamente desconocidos sus efectos perjudiciales por lo que estaba presente en las fórmulas de bebidas, jarabe contra la tos, lociones capilares, y hasta cigarrillos.
En 1909 existían en EE.UU. más de 70 bebidas registradas con componentes de cocaína, lo que incrementó la producción en los países donde se cultivaba coca, fundamentalmente Perú. Los estudios del uso de cocaína comenzaron, con FREUD, al que siguieron HEMMOND (1887) y BOSE (1902), los cuales encontraron sintomatología aguda y crónica en el consumo. Recientemente, en la década de 1980, los experimentos sobre patrones de consumo y cantidades certificaron sus efectos sobre la adrenalina, muy relacionada con la agresividad. En las dos últimas décadas hubo un enorme incremento en la cantidad de personas adictas a la cocaína, resaltándose como dato significativo la adicción simultánea a otras sustancias. Las consecuencias de su consumo son complejas, involucrando daños de muy diversa índole: cerebrales, sociales, familiares, medioambientales, etc.
La cocaína estimula el sistema nervioso central, actuando directamente sobre el cerebro. Sus efectos fisiológicos inmediatos son: sudoración, aumento en la potencia muscular, midriasis, incremento de actividad cardíaca y presión sanguínea, dilatación de los vasos sanguíneos periféricos, convulsiones, aumento en el ritmo respiratorio y de la temperatura corporal. Estos síntomas pueden provocar la muerte por paro cardíaco o fallas respiratorias. Además se presentan irritaciones y úlceras en la mucosa nasal. Comúnmente causa congestión nasal, que puede presentarse o no con secreción liquida. El uso por vía inyectable expone al adicto a infecciones de SIDA, hepatitis B y C, y otras enfermedades infectocontagiosas.
La infección con el HIV puede producirse por la transmisión directa de virus al compartir agujas y otros dispositivos contaminados. Además, puede producirse indirectamente por transmisión prenatal a un niño cuya madre está infectada con el HIV. El uso y abuso de drogas ilícitas, incluyendo el crack y la cocaína, se han convertido en el principal factor de riesgo de contagio con el virus HIV. Sumado a ello, la hepatitis C se está difundiendo rápidamente entre los adictos que se inyectan; el índice de infección varía entre el 65 y el 90 por ciento en este grupo de personas, de acuerdo al país. Hasta hoy, no se ha descubierto una vacuna contra el virus de la hepatitis C, y el único tratamiento disponible es caro, muchas veces infructuoso, y con serios efectos colaterales.
La cocaína es una droga extremadamente adictiva, cuyos efectos se perciben en un lapso de 10 segundos y duran alrededor de 20 minutos. Actúa directamente sobre los centros cerebrales encargados de las sensaciones del placer. Dada su alta capacidad de producir daños y hasta destrucción celular, las sensaciones que eran placenteras en sujetos recién iniciados se convierten en efectos desagradables como agitación, llanto, irritabilidad, alucinaciones visuales auditivas y táctiles, delirio paranoide, amnesia, confusión, fobias o terror desmedido, ansiedad, estupor, depresión grave y tendencias suicidas.
Los efectos psíquicos reconocidos por la mayoría de los autores y recogidos en publicaciones recientes incluyen euforia, inestabilidad, aumento de la comunicación verbal y de la seguridad en uno mismo, inquietud, anorexia, insomnio e hipomanía. El adicto experimenta pérdida de interés e imposibilidad de sentir placer ante la falta de la sustancia. Así, la cocaína se convierte en el único objetivo y motivo en la vida del adicto, desplazando todo tipo de sentimientos. La relación con los fenómenos criminales son expresamente citados por los autores, asociándose su consumo a la predisposición al delito.
La cocaína es consumida por muy variados tipos de sujetos y motivos. Existe un patrón de consumo recreativo, al estilo del alcohol, presentando una ingesta controlada de la sustancia: es el caso de quienes ingieren la droga ocasionalmente cuando se les ofrece. Se diferencian radicalmente de adictos habituales, quienes desarrollan tolerancia y necesitan de mayores dosis para alcanzar iguales resultados. A esta situación puede llegarse por causas diversas pero siempre relacionadas con factores sociales y ambientales determinantes. La adicción a la cocaína posee condicionantes que la desencadenan, que pueden ser el reforzamiento de una personalidad insegura, que recibe un apoyo en el estímulo del tóxico.
En lugar de tratar este déficit patológico con antidepresivos o fármacos estabilizadores del estado de ánimo se recurre a una vía aparentemente rápida. Dado que los efectos de la cocaína sobrepasan su punto álgido a los treinta minutos, el individuo precisa varias dosis durante el día para alcanzar cierta estabilidad emocional y evitar el efecto disfórico que la propia droga ocasiona luego de varias horas desde la ingesta.
Cocaína y desarrollo embrio-fetal.-
El uso de cocaína es altamente susceptible de producir daños irreparables en recién nacidos, cuyas madres mantuvieron su adicción durante el embarazo. Esto último hizo que algunos Estados de los Estados Unidos de América obliguen a las adictas embarazadas a realizarse tratamientos forzosos con privación de libertad mientras dura el embarazo. Aún se desconoce la total extensión de los efectos de la exposición prenatal a la cocaína, pero los estudios científicos indican que estos bebés nacen prematuramente e insuficientemente desarrollados: con menor peso, diámetro craneal inferior y menor longitud. La determinación exacta de las consecuencias para el recién nacido es compleja, y varía de acuerdo a la droga que fue consumida por la madre. Sumado a ello, se sabe estadísticamente que las madres adictas a la cocaína abusan de otra u otras sustancias.
El cuadro se complica al considerar la cantidad y variedad de drogas consumidas, la falta de cuidados prenatales, el status socioeconómico, la exposición a enfermedades infectocontagiosas, otros problemas de salud, pobre alimentación, y muchos otros factores que intervienen directamente sobre la salud del feto y el recién nacido. Se ha descubierto que la exposición a la cocaína durante el desarrollo fetal puede provocar retrasos y otras deficiencias mentales, como así también imposibilidad de mantener la atención y la concentración por períodos de tiempo mínimos como para permitir el aprendizaje. A pesar de la gravedad de las lesiones y trastornos sufridos por estos niños, las modernas técnicas de tratamiento permiten una recuperación significativa. De cualquier forma, es un hecho que estos datos y avances son sólo paliativos, y no pueden tomarse como 100% eficaces.
La cocaína estimula el sistema nervioso central. Sus efectos inmediatos incluyen:
·dilatación de las pupilas
·aumento de la presión sanguínea,
·del ritmo cardiaco y respiratorio
·aumento en la temperatura del cuerpo
·Su uso ocasional puede producir...
·congestión o drenaje de la nariz
·ulceración de la membrana mucosa de la nariz
·La inyección de cocaína con equipo contaminado puede producir SIDA, hepatitis y otras enfermedades.
El uso crónico de esta droga causa los siguientes síntomas en el organismo en adición a los efectos arriba mencionados:
·dolor abdominal
·nauseas
·vómitos
·respiración irregular
·convulsiones
·paro cardiaco
La mezcla de cocaína con heroína, conocida como "speedball", puede causar la muerte. La cocaína es una de las drogas más adictivas que hay, ya que su efecto, aunque fuerte, es de corta duración. El Crack es extremadamente adictivo.
Crack.-
También denominado "cocaína del pobre", acarrea un grave riesgo social y sanitario, por la dependencia que provoca y los efectos nocivos que ocasiona en el organismo. Se obtiene de la maceración de hojas de coca con kerosene y compuestos sulfurados, que lavada posteriormente con ciertos elementos volátiles, se convierte en el clorhidrato de cocaína. La denominada base es un tóxico de mayor potencial nocivo que la cocaína, posee impurezas que impiden su administración endovenosa. Se ingiere por inhalación, lo que conlleva lesiones en la mucosa nasal y en el aparato digestivo. También se consume fumada en cigarrillos o pipas diseñadas al efecto. La intoxicación por esta sustancia implica cuadros delirantes seguidos de procesos depresivos intensos. Sus consecuencias nocivas sobre el organismo son equiparables a las de las anfetaminas administradas por vía endovenosa, desestructurando la personalidad, y colocándola en una adicción compulsiva. Las lesiones orgánicas son evidentes e irreversibles. Usualmente, los adictos crónicos o aquellos que llevan varios meses con ingestas de relevante cantidad y de forma continuada, sufren patologías mentales graves y crónicas como demencia o paranoia. Las lesiones en el cerebro son irreversibles.
Las anfetaminas.-
Fueron sintetizadas por primera vez entre la última década del siglo XIX y la primera del siglo XX. Los primeros experimentos clínicos se iniciaron hacia 1930, y desde 1935 se comercializó con gran difusión en el Reino Unido, Francia y Alemania. Durante la Segunda Guerra Mundial fue utilizada indiscriminadamente por todos los bandos, dado el carácter euforizante que contiene la sustancia y la agresividad otorga. Las anfetaminas fueron utilizadas como estimulantes, luego en forma de inhalaciones para el tratamiento de catarros y congestiones nasales, más tarde como píldoras contra el mareo y para disminuir el apetito en el tratamiento de la obesidad y, finalmente, como antidepresivos.
Presentan una elevada tolerancia, que produce habituación y necesidad de dosis progresivamente más elevadas. El consumo de este excitante está ampliamente extendido y distribuido por todas las clase sociales. A diferencia de lo que sucede con la cocaína que la consumen preferentemente los sectores medios y altos, las anfetaminas son consumidas tanto por ejecutivos que pretenden sobreexcitación como por amas de casa que buscan un anoréxico para sus dietas o por estudiantes que preparan exámenes. Al incidir en el sistema ortosimpático causan hipertensión, taquicardia, hiperglucemia, midriasis, vasodilatación periférica, hiperpnea, hiporexia, etc. El estado de ánimo del adicto oscila entre la distrofia y la hipomanía, así como ansiedad, insomnio, cefalea, temblores y vértigo. Pueden aparecer cuadros depresivos y síndromes paranoides anfetamínicos.
A dosis normales, sus efectos varían de acuerdo al individuo y las condiciones de ingesta. Pueden producir efectos placenteros, hiperactividad y sensación desbordante de energía, pero también causan temblor, ansiedad irritabilidad, ira inmotivada y repentina y trastornos amnésicos e incoherentes. En la última fase se describen depresión, cuadros paranoides y delirios paranoides, alucinaciones y trastornos de conducta. El consumo de anfetaminas puede conducir a actuaciones agresivas, al igual que los barbitúricos y el alcohol, por su gran efecto euforizante, unido a un descontrol en los instintos inhibitorios.
Tales situaciones se producen cuando las dosis suministradas, generalmente por vía endovenosa, superan los 2 gr. Está demostrado un mayor potencial en las anfetaminas que en la cocaína, tanto en su punto más álgido como en la duración de los efectos. Reacciones muy graves se producen al consumirlas con barbitúricos en el conocido fenómeno de la pluritoxicomanía. Tomadas en dosis importantes son causantes de confusión, tensión, ansiedad aguda y miedo. También pueden precipitar psicosis paranoide en sujetos no psicóticos. La psicosis anfetamínica desarrollada por el sujeto se asemeja a la psicosis paranoica y a la esquizofrenia paranoica.
El consumo de anfetaminas produce en el cuerpo los siguientes síntomas:
·acelera el ritmo cardiaco y pulmonar
·dilata las pupilas
·reduce el apetito
·produce sequedad en la boca
·sudores
·dolores de cabeza
·pérdida de visión
·mareos
·insomnio
·ansiedad
·A largo plazo y/o usadas en dosis elevadas, ocasionan:
·temblores
·pérdida de coordinación
·colapso físico
·daño a riñones y tejidos
·depresión
·malnutrición
·aumento repentino de presión sanguínea que puede producir la muerte por ataque, fiebre muy alta o insuficiencia cardiaca.
Es adictiva porque el organismo la asimila y crea tolerancia a la droga, lo que ocasiona que el usuario necesite cada vez mayor cantidad para lograr la misma nota estimulante.
La palabra narcótico es un vocablo griego que significa "cosa capaz de
adormecer y sedar". A pesar de que esta palabra se usa con frecuencia para
referirse a todo tipo de drogas psicoactivas, es decir, aquellas que actúan
sobre el psiquismo del individuo, el campo de los narcóticos se pueden dividir
en la actualidad en varios grupos, que son los siguientes:
Opio,
opiáceos y sucedáneos sintéticos.
Neurolépticos
o tranquilizantes mayores.
Ansiolíticos
o tranquilizantes menores.
Somníferos
o barbitúricos.
Grandes
narcóticos o anestésicos generales.
Se trata de drogas
con composiciones y orígenes distintos, que tienen en común su efecto en el
organismo, aunque éste se manifieste en manera y en grado diferentes.
Pero el elemento fundamental que las une consiste en que todos los narcóticos
causan adicción física. Es adictivo aquel fármaco que, administrado en dosis
suficientes durante un período de tiempo relativamente largo, induce un cambio
metabólico. Cuando deja de administrarse desencadena una serie de reacciones
conocidas como "síndrome de abstinencia".
Neurolépticos o
tranquilizantes mayores.-
Se trata de sustancias utilizadas para tratar la depresión, las manías y las
psicosis, y muchas de ellas se venden sin prescripción médica en la mayoría de
farmacias. Entre éstas se encuentran las fenotiazinas, el haloperidol y la
reserpina.
Conocidos como neurolépticos (del griego neuro, "nervio", y lepto,
atar, producen un estado de indiferencia emocional, sin alterar la percepción
ni las funciones intelectuales.
Sumamente tóxicos, poseen efectos secundarios tales como parkinsonismo,
destrucción de células de la sangre, arritmia cardíaca, anemia, obstrucción
hepática, vértigos, retención urinaria, estreñimiento, irregularidad menstrual,
atrofia testicular, congestión nasal, bruscos ataques de parálisis muscular,
síndromes malignos como hipertermia y muerte inesperada.
Ansiolíticos o tranquilizantes
menores.-
Habitualmente usados para tratar las neurosis, la etimología de su nombre,
ansiolíticos, significa "liquidador de la ansiedad". En el mercado
español se comercializan con distintos nombres.
Según estadísticas farmacológicas actuales, estas drogas constituyen la mitad
de todos los psicofármacos consumidos en el mundo, a pesar de que producen un
síndrome de abstinencia muy grave.
En dosis mayores funcionan como hipnóticos o inductores del sueño; también
algunos se usan como relajantes musculares.
Producen letargia, estupor y coma, con relativa facilidad. En caso de adicción
pueden inducir a la aparición de alteraciones hemáticas.
Al abandonar su consumo pueden aparecer episodios depresivos, desasosiego o
insomnio, que suelen ser muy duraderos.
Somníferos o barbitúricos.-
Estas sustancias se popularizaron cuando en Estados Unidos aparecieron las
primeras leyes que prohibían el alcohol, el opio y la morfina. Su uso puede
provocar lesiones en el hígado o en los riñones, producir erupciones cutáneas,
dolores articulares, neuralgias, hipotensión, estreñimiento y tendencia al
colapso circulatorio.
La intoxicación aguda puede llegar a provocar la muerte, que sobreviene por
lesión del cerebro debida a la falta de oxígeno y a otras complicaciones
derivadas de la depresión respiratoria.
La dependencia física se genera entre las cuatro y las seis semanas. Con
frecuencia, el síndrome de abstinencia suscita cuadros de delirium tremens.
Grandes narcóticos.-
Existen varias sustancias usadas en anestesia general que merecen estar
incluidas en este grupo por su capacidad de producir sopor o estupefacción,
mayor que la de cualquier estupefaciente en sentido estricto. En dosis leves
produce una primera fase de excitación cordial, como el alcohol, y luego
sedación y sopor.
También generan tolerancia y, en consecuencia, adicción, pudiendo ocasionar
intoxicaciones agudas, e incluso la muerte.
El fentanil,
dentro del grupo de los grandes narcóticos, posee cuarenta veces más potencia
que la heroína y es el más usado actualmente en las intervenciones quirúrgicas,
debido a su bajo índice de toxicidad para el corazón y para el sistema nervioso
Opio y sus derivados.-
Con el nombre popular de adormidera o amapola se conoce el fruto del cual se
obtiene el opio y sus derivados. Es un polvo de color tostado. Se extrae de los
granos que contiene el fruto y entre sus usos medicinales se encuentran la supresión
del dolor, el control de los espasmos y el uso como antitusígeno.
Además, existen
referencias con una antigüedad cercana a los ocho siglos del uso medicinal del
opio que hacían persas, egipcios, babilonios, árabes y griegos. Los asiáticos descubrieron
sus posibilidades estimulantes y placenteras y comenzaron a utilizarlo con ese
fin. Entre sus derivados se encuentran la morfina, la heroína, la metadona y la
codeína. Todos ellos pueden brindar extraordinarios beneficios terapéuticos si
son recetados y controlados por un médico, pero el uso descontrolado produce
efectos devastadores.
El cultivo de la
flor del opio se origina en el sudeste asiático (Birmania, Tailandia, Camboya y
Laos). En los últimos años se ha extendido a otros países, como Colombia, para
asegurar el suministro constante a los grandes centros de consumo.
Los opiáceos se
presentan como polvo para fumar o solución inyectable. Este narcótico produce
un estado de euforia y ensoñación; una sensación de éxtasis que se acorta
rápidamente a causa de la tolerancia. Al poco tiempo de uso, los adictos
experimentan síntomas de abstinencia entre una y otra toma, que se caracterizan
por presentar un cuadro pseudo-gripal en el curso de las primeras 12 horas:
estornudos, sudoración, lagrimeo, bostezos y dolores musculares.
Luego de 36 horas
de abstinencia los síntomas se intensifican. Aparecen escalofríos, sofocos,
insomnio, diarrea, incremento del ritmo cardíaco y de la presión sanguínea. Si
no se repite la toma, los síntomas declinan en los diez días subsiguientes. En
cambio si se prolonga su uso, se inicia el camino de la dependencia sin
atenuantes, cuyos efectos físicos son:
Epidermis
enrojecida.
Pupilas
contraídas.
Náuseas.
Decaimiento
de la función respiratoria.
Pérdida
de reflejos.
Falta de
respuesta a los estímulos.
Hipotensión.
Desaceleración
cardíaca.
Convulsiones.
Riesgo
de muerte.
Los efectos
psicológicos son similares a los de otros estimulantes:
Euforia.
Energía.
Placer.
Vigor
sexual.
Pero en cuanto
decae la acción de la droga, aparece la angustia, la depresión, el abatimiento
y la desazón.
El opio produce adicción, tolerancia y dependencia física y psíquica. La
intensidad del síndrome de abstinencia, y su gravedad, depende de varios
factores: tipo de droga, tiempo de uso, personalidad del consumidor, etcétera.
Los primeros síntomas comienzan a parecer ocho horas después de la última dosis
con lagrimeo, sudoración, bostezos y sueño agitado.
A continuación los
síntomas se agudizan gradualmente y aparecen: irritabilidad, insomnio, pérdida
del apetito, debilidad y depresión. Le sigue un cuadro gastrointestinal severo
con náuseas y vómitos, dolores, cólicos y diarreas, lo cual provoca una
deshidratación importante. Le siguen flashes de frío y calor, contracturas
musculares y dolores óseos en la espalda, los brazos y las piernas.
Este período
intenso dura alrededor de diez días aunque existe un efecto residual más largo
que provoca alteraciones en la conducta que inducen a una recaída.
Alucinógenas.-
Las drogas conocidas como alucinógenos son fármacos que provocan alteraciones
psíquicas que afectan a la percepción. La palabra "alucinógeno" hace
referencia a una distorsión en la percepción de visiones, audiciones y una
generación de sensaciones irreales. La alucinación es un síntoma grave de la
psicosis de la mente y su aparición distorsiona el conocimiento y la voluntad.
Los Alucinógenos se consideran productos psicodélicos que inhiben los
mecanismos de defensa del yo, y facilitan la distribución de la sensibilidad
así como la aparición de imágenes desconcertantes.
LSD
(ácido lisérgico).-
El LSD es una sustancia semisintética, derivado del ergot, extracto éste del
cornezuelo del centeno, usado en medicina al final de la Edad Media. También
fue muy utilizado en obstetricia para evitar hemorragias puerperales y promover
la contracción del útero. En un principio fue utilizado con fines terapéuticos
en alcohólicos, cancerosos y otros enfermos terminales para ayudarles a superar
el trance. Posteriormente fue abandonada la práctica al comprobarse los resultados
adversos, tales como suicidios a causa de las engañosas imágenes y terroríficas
visualizaciones. También se comprobó que podía desencadenar esquizofrenia y
deterioros mentales variados.
Descubierto en
1938, se considera al ácido lisérgico como el alucinógeno más poderoso, aunque
no el más nocivo. Como fenómenos físicos hay que citar la midriasis, temblores,
e hiperreflexia, también pueden aparecer náuseas, palidez, sudoración,
taquicardia y lipotimia. Los fenómenos psíquicos se caracterizan en lo
referente al estado de ánimo por fluctuaciones del humor, variando entre
distintas displacenteras, euforia expansiva tales como verborrea y risa
irrefrenable. La exaltación mística es tal que algunos autores denominan esta
drogas como místicomiméticos.
A la experiencia
con esta droga le llaman "un viaje", el cual puede tener una duración
hasta de 12 horas. Pero muchas veces éste resulta ser una pesadilla. Algunos
usuarios experimentan pensamientos y visiones aterradoras que crean en ellos
tal pánico que muchos han saltado al vacío provocando su propia muerte para
huir de estas sensaciones que identifican como un peligro real.
Éxtasis o Mdma.-
La metilendioximetanfetamina (MDMA), normalmente conocida como
"éxtasis", "ectasi" o "X-TC", es una droga
sintética sicoactiva con propiedades alucinógenas de gran potencial emotivo y
perturbador psicológico, con propiedades similares a las anfetaminas. Su
estructura química (3-4 metilendioximetanfetamina) se asemeja a la estructura
de la metilendioxianfetamina (MDA) y de la metanfetamina, otros tipos de drogas
sintéticas causantes de daños cerebrales. Durante los años sesenta se utilizó
con fines terapéuticos dado que según determinados sectores de la psiquiatría
ayudaba a la comunicación y al tratamiento de neurosis fóbicas.
Surgió entonces la
polémica médico - legal, atribuyendo a su consumo repercusiones en la
delincuencia, por lo que finalmente fue ilegalizado. El éxtasis produce efectos
síquicos de gran potencial perturbador. Inicialmente el sujeto experimenta
sensaciones de confianza y excitación, a las que sigue un estado de
hiperactividad e incremento en los pensamientos morbosos. Los efectos del
estimulante se diluyen provocando trastornos sicólogos, como confusión,
problemas con el sueño (pesadillas, insomnio), deseo incontenible de consumir
nuevamente drogas, depresión, ansiedad grave y paranoia. Estos efectos han sido
reportados incluso luego de varias semanas del consumo. También se han
informado casos graves de psicosis.
Entre los síntomas
físicos pueden citarse: anorexia, tensión y trastornos musculares similares a
los presentes en la enfermedad de Parkinson, bruxismo, náuseas, visión borrosa,
desmayos, escalofríos y sudoración excesiva (este último signo es
característico durante la intoxicación).
El aumento de la frecuencia cardíaca y la tensión arterial, crea riesgos de
trastornos circulatorios o cardíacos. Informes forenses indican que en personas
con deficiencias cardiorespiratorias puede producir muerte súbita. Esta droga
drena el cerebro de una importante substancia química conocida como serotonin,
lo cual ocasiona cambios en el estado de ánimo, en las funciones sexuales y la
sensibilidad al dolor.
Metanfetamina.-
La persona que usa "Ice" piensa que la droga le proporciona energía
instantánea. La realidad es que la droga acelera el sistema nervioso, haciendo
que el cuerpo utilice la energía acumulada. Al no descansar lo suficiente y
dejar de alimentarse-por la pérdida del apetito-el "Ice" causa daño
permanente a la salud.
Los efectos que causa al cuerpo varían de acuerdo a la cantidad de droga
utilizada. Entre los síntomas observados se encuentran los siguientes: lesión
nasal cuando la droga es inhalada; sequedad y picor en la piel; acné;
irritación o inflamación; aceleración de la respiración y la presión arterial;
lesiones del hígado, pulmones y riñones; extenuación cuando se acaban los
efectos de la droga (necesidad de dormir por varios días); movimientos bruscos
e incontrolados de la cara, cuello, brazos y manos; pérdida del apetito;
depresión aguda cuando desaparecen los efectos de la droga.
Mda.-
La MDA, el fármaco de origen de la MDMA, es una droga similar a la anfetamina
que también ha sido objeto de abuso, presentando efectos psico-físicos
similares a los de la MDMA. Las investigaciones han mostrado que la MDA
destruye las neuronas productoras de serotonina, que regulan directamente la
agresión, el estado de ánimo, la actividad sexual, el sueño y la sensibilidad
al dolor. Es probable que esta acción sobre el sistema productor de serotonina
sea el origen de las propiedades síquicas. La MDMA también guarda relación en
su estructura y sus efectos con la metanfetamina, la cual ha demostrado ser
causante de la degeneración de las neuronas que contienen la sustancia
neurotransmisora dopamina. Recientes descubrimientos hechos mediante varios
sistemas de diagnóstico por imágenes indican una relación directa de
medios-causa-consecuencia entre MDA y MDMA-dopamina-esquizofrenia.
En experimentos de
laboratorio, una sola exposición a la MDA en dosis elevadas o el uso prolongado
en dosis bajas destruye hasta un 50% de las células cerebrales. Aunque este
daño tal vez no sea aparente de inmediato, con el envejecimiento o la
exposición a otros agentes tóxicos pueden aparecer síntomas de la enfermedad de
Parkinson con el tiempo. Estos comienzan con falta de coordinación y temblores,
y a la larga pueden causar una forma de parálisis.
Cannabis sativa - Hachis -
Marihuana.-
El cannabis sativa es un arbusto silvestre que crece en zonas templadas y
tropicales, pudiendo llegar una altura de seis metros, extrayéndose de su
resina el hachís.
Su componente
psicoactivo más relevante es el delta–9-tetrahidrocannabinol (delta-9-THC),
conteniendo la planta más de sesenta componentes relacionados. Se consume
preferentemente fumada, aunque pueden realizarse infusiones, con efectos
distintos. Un cigarrillo de marihuana puede llegar a contener 150 mg. de THC, y
llegar hasta el doble si contiene aceite de hachís, lo cual según algunos
autores puede llevar al síndrome de abstinencia si se consume entre 10 y 20
días.
La tolerancia está
acreditada, siendo cruzada cuando se consume conjuntamente con opiáceos y
alcohol. Respecto a la dependencia, se considera primordialmente psíquica. Los
síntomas característicos de la intoxicación son: ansiedad, irritabilidad,
temblores, insomnios, muy similares a los de las benzodiacepinas.
Puede presentarse
en distintas modalidades de consumo, sea en hojas que se fuman directamente, en
resina del arbusto o en aceite desprendido de éste último. El color de la hoja
va del verde amarillento al marrón oscuro según el lugar de procedencia. De la
modalidad en que se presente la droga dependerá su denominación:
"marihuana" es el nombre de las hojas del cáñamo desmenuzadas, que
después de secarse y ser tratadas pueden fumarse (también es conocida como
"hierba", "marijuana", mariguana", "mota",
"mafú", "pasto", "maría", "monte",
"moy", "café", "chocolate", etc.; en inglés se la
conoce como: "pot", "herb", "grass",
"weed", "Mary Jane", "reefer", "skunk",
"boom", "gangster", "kif", "ganja",
etc.); su efecto es aproximadamente cinco veces menor que el del hachís. El
nombre hachís (también conocido como "hashis") deriva de los
terribles asesinos (hashiscins) árabes, que combatieran en las cruzadas entre los
años 1090 y 1256.
El hachís se
obtiene de la inflorescencia del cáñamo hembra, sustancia resinosa que se
presenta en forma de láminas compactas con un característico olor. La marihuana
es la forma más frecuente, conteniendo de 0,3 a 3 % de delta THC; la
concentración de THC llega al 10 % en el hachís, siendo su efecto diverso según
factores como la velocidad con la que se fuma, la duración de la inhalación,
cantidad inhalada, tiempo que el consumidor retiene la respiración después de
inhalar y el estado anímico del sujeto. El consumo oral, tanto de marihuana
como de hachís, implica efectos psicológicos similares a los expresados en la
forma fumada pero de mayor intensidad y duración y con efectos nocivos
potenciados.
La constancia
escrita más antigua sobre su consumo data de la época del Emperador chino SHEN
NUNG en el 1237 a.C. También fue conocido por los asirios y griegos del siglo V
a.C. En la India hay constancia de su utilización desde hace más de 2.000 años,
con finalidad de tipo místico en muchas ocasiones. Hay descripciones en el
Antiguo Testamento sobre la sustancia, aunque de forma vaga y no comprobada.
Hay casi absoluta certeza de su consumo por los griegos según unánimes
referencias doctrinales, así como por los romanos, siendo los árabes los que la
comercializaron en su área de influencia. Posiblemente las tropas de Napoleón
la extendieron por Europa, en el siglo XIX.
Los árabes
utilizaron la droga como calmante de enfermedades mentales. Terapéuticamente se
aconsejó para tratamientos de insomnio y como sedante para el dolor. También se
prescribió para terapias de patologías nerviosas, así como para el tratamiento
de la tos, temblores en parálisis compulsivas, espasmos de vejiga e impotencia
sexual que no provenga de enfermedad orgánica. Así mismo se recomendó como
afrodisiaco, antineurálgico, tranquilizante para maníaco-depresivo,
antihistérico, tónico cerebral, remedio para el vómito nervioso, epilepsia y
enfermedades nerviosas.
Estas
recomendaciones fueron posteriormente desaconsejadas unánimemente por la
medicina, estando en la actualidad en estudio sólo la legalización de un
fármaco derivado de esta sustancia para mitigar los dolores en enfermos
cancerosos. Este empleo terapéutico ha creado profundas polémicas. En la
actualidad, existe acuerdo científico en que la marihuana no puede considerarse
medicamento en ninguna de las formas en que es consumida por los adictos. Al
tratar su posible uso como medicamento, se distingue entre la marihuana y el
THC puro y otros químicos específicos derivados del cánnabis. La marihuana pura
contiene cientos de químicos, algunos de ellos sumamente dañinos a la salud. El
THC en forma de píldora para consumo oral (no se fuma) podría utilizarse en el
tratamiento de los efectos colaterales (nauseas y el vómito) en algunos
tratamientos contra el cáncer. Otro químico relacionado con el THC (nabilone)
ha sido autorizado por la "Food and Drug Administration" de Estados
Unidos para el tratamiento de los enfermos de cáncer que sufren náuseas. En su
forma oral, el THC también se usa en enfermos de SIDA, porque les ayuda a comer
mejor y mantener su peso. Los científicos estudian la posibilidad de que el THC
y otros químicos relacionados con la marihuana tengan ciertos valores
medicinales. Algunos piensan que estos químicos se podrían usar en el tratamiento
del dolor severo, pero es necesario tener más evidencia antes de usarlos para
el tratamiento de problemas médicos.
Durante los años
sesenta comienza el consumo casi masivo de esta sustancia así como de otras
alucinógenas como el LSD, peyote, etc. En el mundo de la música y luego entre
la burguesía intelectual norteamericana cundió la moda de fumar marihuana y
hachís, extendiéndose a Europa Occidental.
El cánnabis fue un
signo más del movimiento contracultural pretendiendo una nueva ideología,
dentro de la burguesía, basada en el pacifismo, el orientalismo, el amor libre
y la vida en la naturaleza. Al principio el consumo afectó a estudiantes y
clases altas y medias, para después extenderse por todos los estratos sociales,
consumiéndose junto con alcohol y comenzando a crear problemas sanitarios. A
pesar de ser una sustancia ilegal, su consumo continúa en aumento. Está probada
la relación entre el consumo de esta droga y otras como alcohol, LSD, cocaína,
anfetaminas y opiáceos, habiéndose probado su función en la escalada a drogas
más peligrosas.
Las modalidades de
marihuana disponibles a los jóvenes son más potentes que las que existían en la
década del '60. Ello se debe a que los laboratorios clandestinos de los
traficantes han conseguido realizar cambios a nivel genético en el cánnabis
mediante sofisticados métodos de biotecnología, resultando en una mayor
concentración de THC. La potencia de la droga se mide de acuerdo a la cantidad
promedio de THC que se encuentra en las muestras de marihuana que confiscan las
agencias policíacas.
La marihuana común contiene un promedio de 3 % de THC, pudiendo alcanzar el 5,5
%. La resina tiene desde 7.5 %, llegando hasta 24 %. El hachís (resina gomosa
de las flores de las plantas hembras) tiene un promedio de 3.6 %, pero puede
llegar a tener hasta 28 %. El aceite de hachís, un líquido resinoso y espeso
que se destila del hachís, tiene un promedio de 16 % de THC, pero puede llegar
a tener hasta 43 %.
El THC afecta a las células del cerebro encargadas de la memoria. Eso hace que
la persona tenga dificultad en recordar eventos recientes (como lo que sucedió
hace algunos minutos), y hace difícil que pueda aprender mientras se encuentra
bajo la influencia de la droga. Para que una persona pueda aprender y
desempeñar tareas que requieren de más de dos pasos, es necesario que tenga una
capacidad normal de memoria a corto plazo. Estudios recientes demuestran que la
marihuana crea disfunciones mentales y disminución de la capacidad intelectual
en las personas que la fuman mucho y por muchos años. En un grupo de fumadores
crónicos en Costa Rica, se encontró que los sujetos tenían mucha dificultad en
recordar una corta lista de palabras (que es una prueba básica de memoria). Las
personas en el estudio también tuvieron gran dificultad en prestar atención a
las pruebas que se les presentaron.
Es posible que la
marihuana destruya las células de ciertas regiones especializadas del cerebro.
Los científicos han observado que cuando se dieron altas dosis de THC a las
ratas de laboratorio, presentaron pérdida de células cerebrales similares a las
que se encuentran entre los animales ancianos. Los cerebros de ratas de entre
11 y 12 meses de edad (aproximadamente la mitad de sus vidas) tenían las
características los de animales ya viejos.
Existen serias
preocupaciones por sus efectos a largo plazo sobre la salud. Por ejemplo, un
grupo de científicos de California examinó el estado de salud de 450 fumadores
cotidianos (diarios) de marihuana (que no fumaban tabaco). En comparación con
otras personas no fumadoras, estas personas tenían más ausencias de trabajo por
enfermedad y más visitas médicas por problemas respiratorios y otras
enfermedades. Los resultados indican que el uso regular de la marihuana o del
THC son factores que provocan cáncer y problemas en los sistemas respiratorio,
inmunológico y reproductivo.